viernes, 25 de julio de 2014

La primera vez.

A veces me gustaría ser un pez, perder la memoria todos los días, y así poder revivir todos los días cuando me enamoré de ti. El primer beso, la primera caricia, la primera vez que te hice el amor.
Esos momentos insignificantes, que sabes, que jamás volverás a sentir lo mismo, y te gustaría que pasaran todos los días. Sentirme todos los días como la primera vez que te vi tumbado en mi cama, mirándome, sonriéndome, sintiéndote cada vez las dueño de mi, de mi cuerpo.
Sintiendo cada día como me enamoro más de ti, de tus costumbres, de tus defectos, de tus miradas.
Sintiendo como tus ojos me desnudaban, y me sobraba hasta la piel. Sintiéndote mío.
Después, también me gustaría ser un pez para poder olvidar todas esas cosas que se te quedan grabadas en el alma, pidiendo salir, pidiendo no sufrir durante más tiempo, pidiendo dejar de amar, de esperar, esperarle. Esperar que todo eso se repita, aún sabiendo con certeza que se fue y que no tiene intención de volver. Porque no existe ni existirá jamás algo contra el olvido.

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