lunes, 17 de noviembre de 2014

Quizás...

Quizás el amor esté infravalorado.
Y tengamos las expectativas lo suficientemente altas como para depender de alguien.
Y no es que no me valore o no me quiera lo suficiente. Pero me quiero más cuando te tengo reflejado en mis ojos. Porque eres el reflejo que mis ojos siempre quisieron tener.
En realidad podría alejarme de ti y no cambiaría nada.
Los lunes serían igual de amargos, empezaría los fines de semana igual de alegre y los terminaría igual de deprimida. Pero en este preciso instante me gustas tú y todo lo que compone tu ser.
(Y sobretodo formar parte de ello).
Así que sí, podría apartarme de ti y no cambiaría absolutamente nada.  Pero no me gustaría irme a dormir esta noche sin decirte lo inmensamente feliz que me haces.
Aunque suene cursi. 

4 estaciones.

Invierno en el corazón.
Que se me ha quedado frío.
Tiritando de dolor.
Primavera en las ganas del verano que pasamos juntos.
Y es que no sé si todo era tan caliente entre nosotros, que algo tuvo que llegar para enfriarlo un poco.
Para no quemarnos la piel cada vez que nos tocábamos.
Otoño en tus manos, que me acariciaban más frías que nunca.
Y quizás me di cuenta en algún momento.
Pero me lo negué.
Por no perderte; perdeme; perdernos...

Cuatro estaciones del año que me gritan tu nombre a cada viento. ¡Cómo voy a olvidarte si todo me recuerda a tus besos! Besos fríos, cálidos, qué más da. ¡Qué más da cuántos labios bese si mi cabeza me pide los tuyos! Me estás volviendo loca. O no sé si te necesité tanto que me acostumbré a hacerlo, y lo hago todos los días aunque en realidad ya no te pide mi cuerpo. Te pide la costumbre de haberte amado tanto.
Me pregunto si me entiendes.
O si pierdo la cabeza hasta cuando te escribo.
Me olvidé de olvidarte, ¿qué hago ahora si hace tanto que no estás?